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Tras su convalecencia, se reintegró a sus funciones la señora presidente de la Nación. Se la ve bien; pero como ella misma dijo, le agujerearon la cabeza y... "la capocha es la capocha"; no es moco de pavo.

Ni una referencia siquiera a la gente, que mayoritaria, indubitablemente, expresó rechazo a su conducción en las elecciones legislativas del 27/10/2013. No termina de asumir que no se trata de una formalidad lo que la locutora oficial repite al presentarla en cada una de sus apariciones: ella es la presidente de todos los argentinos; con obstinación digna de mejores empeños, soslaya el sentir, desprecia la opinión, subestima la inteligencia, de millones de personas que decidimos soberanamente cuando nuestra escuálida democracia nos permite hacerlo.

 

Cacerolazo 8Noviembre 2012

LA GENTE LO HIZO

Cuadro de situación (diciembre 2013)

En esencia nada ha cambiado (nadie cambia en esencia) o en todo caso, son pocos quienes muestran interés por las transformaciones que se registran, por más que se verifican cambios de rumbo, de los hombres para encararlo y de las formas de explicarlo. Podría decirse que se trata de peronismo al palo o (algo similar) menemismo puro. “Si no le gustan mis principios, tengo otros”. De los “carapintadas” al indulto a los genocidas; de la revolución productiva y el “salariazo” a las relaciones carnales con Estados Unidos. De progresista a pagador serial, de privatizador a estatizador. O viceversa. En eso han convertido al peronismo. Así funciona esto: un día se privatiza YPF y se festeja; la beneficiaria, Repsol, lleva al colapso a YPF con sospechosa complicidad del gobierno y, entonces, se expropia YPF; antes de que se acaben los festejos, el gobierno asocia al estado con Repsol para arreglar las cuentas (la deuda con los españoles y el déficit energético). Y algunos intelectuales pretenden analizarlo con fundamento ideológico. Loco ¿No?

Todo sigue igual no porque se haya aseverado que todo seguirá igual (cuando en realidad no es así) y que se "profundizará el modelo" (inútil averiguar qué significa eso), sino porque en los hechos se registra lo que viene alumbrando en el país desde hace un tiempo: nada volverá a ser igual después de las movilizaciones ciudadanas (a partir de finales de 2001) y, ahora, del cachetazo electoral del 27 de octubre, ya con ella corrida de la escena, del protagonismo excluyente que se asignó para las PASO, golpe muy duro cuya negación no hizo más que agravar las secuelas, tanto en lo personal (está visto) como para el devenir de su gestión (lo estamos viendo). Algunos comportamientos resultan tan infantiles que remedan esa gracia tan común de los chicos de taparse la cara con las manos y pretender que así los demás no los ven.    

Son muy pintorescos los kirchneristas: presumen de complejos y singulares pero suelen ser muy llanos y obvios. A la nueva táctica solo hace falta echarle agua para que sea más clara y es la confirmación de la decisión tomada tras las primarias: preservar la figura de la señora, no exponerla y solo reservar sus apariciones para el aplauso (haya motivos o no) mientras sus funcionarios ponen la cara para los próximos cachetazos; y si la cosa sale más o menos bien (dificultosa tarea), de vuelta al centro de la escena. El asunto es durar; dos años es mucho tiempo para conservar las riendas de un potro tan ingrato como el que tiene que controlar, tan proclive a cambiar de dueño cuando el actual no le asegura futuro, y de otro bravo corcel cuyos correajes no ha podido sujetar hasta ahora.

Los “cachetazos” van a ser consecuencia inevitable del ajuste que desmienten mientras lo van implementando. El ajuste (devaluación del peso, adecuación de costos al precio real del dólar, aumento de tarifas de servicios), ya se sabe, lo pagan los sectores más indefensos de la sociedad. Pero ya lo avisó Cristina Fernández: no le van a hacer asco a nada (lo dijo de manera un poco más refinada) refiriéndose a la búsqueda de inversiones para frenar la estrepitosa caída de nuestras reservas y recomponer quebrantos, consecuencia de desaciertos, torpezas y persistencia en el error, más despilfarro, improvisación y oscuros manejos sospechados de alta corrupción, del gobierno. "No tenemos prejuicios; nos vamos a asociar con quien tengamos que asociarnos", dijo en su regreso a la Casa Rosada, ya sin peluches ni mascotas. No hacía falta que lo aclarara; ahí están la Barrick Gold y Chevrón. Y están la CGT de los gordos, Insfrán, Anibal, Capitanich, y, aunque parezca mentira, ahí está todavía al frente del Ejército César Milani.

El que ya no está es Moreno. Coherente su desplazamiento: su modo prepotente, sus extorsiones, sus mentiras, su desvergüenza, en su caso nunca disimuladas, hubieran desentonado con este maquillaje de ocasión.

Ya lo explica el dicho, la necesidad ha llevado a mostrar esta cara que es todo una herejía para el culto kirchnerista. Aunque para el resto se trata del verdadero rostro, así de enloquecedor es. Recostarse en el inoxidable, versátil, polivalente, voluble aparato justicialista, pretende ser una carambola a tres bandas: entorpecer el pertinaz sueño sucesorio de Daniel Scioli; frenar o retardar hasta donde sea posible el trasvase de dirigentes hacia las huestes de Sergio Massa; y asegurar sustento para el peregrinaje hasta 2015. La dura realidad, además, impone que es la única ecuación que puede tornar verificable la forzada cuenta que los llevó a festejar la dolorosa derrota del 27/10.

¿Qué se puede esperar del resto? Todos, salvo contadas excepciones, se ocupan de lo importante, de lo importante para ellos, es decir: conservar sus puestos y/o especular para “acomodarse” lo mejor posible para el futuro. Incluso, varios de quienes tienen por delante un futuro incierto, negocian ahora su voto o su influencia al postor oficialista. En esto, tristemente, se ha convertido la política en la Argentina.

Entre los dirigentes con alguna posibilidad de construir un espacio con expectativas de liderazgo, solo Sergio Massa muestra hasta acá cierta solvencia para observar la situación con aparente lucidez. Avanza con pie de plomo y recostado sobre la gente, al menos si nos atenemos a sus declaraciones. Si nos remitimos a sus palabras, es el único que busca respaldo en la ciudadanía para sustentar sus pretensiones de disputar en serio el poder. "La salida de Moreno es un triunfo de la gente que votó el 27 de octubre; fue impulsada por el resultado de las elecciones legislativas", dijo al analizar los recientes cambios en el gabinete de la presidente. Referirse a las demandas de la gente es una constante en sus apariciones públicas tras su contundente desempeño electoral. Tal vez ha descubierto (o se mira en el espejo de De Narváez pos 2009) que debe conquistar la adhesión de la gente porque hasta ahora (debe saberlo) solo lo han elegido porque la mayoría sabe de lo que está escapando aunque no sepa adonde ir.

En verdad se sabe o se intuye: hacia la esperanza de que alguien convoque, con sustento ideológico, a construir un país serio, una sociedad mejor organizada que recupere valores trascendentes, en la cual todas las personas puedan desarrollarse. Alguien que presente un programa que entusiasme; que enamore porque descorre el velo que permite vislumbrar un futuro cierto, auspicioso.

Un programa que proponga políticas no para combatir la inseguridad sino para atacar sus causas y terminar con ella lo más pronto posible; no para atender, reducir o paliar la pobreza y la exclusión sino para erradicarlas cuanto antes sea factible.

Que contenga un esquema de ocupación territorial basado en la descentralización de los conglomerados urbanos, invirtiendo en planes de desarrollo económico regionales y del turismo; de reapropiación nacional de las riquezas, como la ictícola o la minera amigable con el ambiente. Que defina una planificación equilibrada y sin prejuicios de la producción agroganadera; que decida estímulos al crecimiento industrial, con base en las vinculadas al agro: máquinas, implementos y herramientas; molinos, frigoríficos.

Que convoque a terminar con las reformas en el área de la educación para plantear una revolución cultural que exceda el ámbito específico (escuelas, universidades), que involucre a toda la ciudadanía, que incluya la formación integral de las personas con el objetivo de recrear una sociedad mejor, que recupere valores tradicionales como la honestidad, la rectitud, la solidaridad; que asegure equidad, justicia y primacía del bien común.

© Ricardo D. Martín

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